En Psicoanálisis, la figura paterna —o figura patriarcal— es fundamental en el desarrollo psíquico y sexual del niño. Representa la ley, el límite y la entrada al orden simbólico, especialmente en la teoría lacaniana. A través del padre, el niño aprende a separarse de la díada madre-hijo y a estructurar su deseo. Esta figura orienta la identidad sexual y regula el complejo de Edipo, marcando un punto clave en la constitución del sujeto y en la inscripción de la diferencia sexual en el inconsciente.
Autor, Jorge Auristondo Vilches
«Quien lucha contra el patriarcado lucha contra su propio origen y significado, lucha contra su propio padre»
En el Psicoanálisis, especialmente desde las perspectivas freudiana y lacaniana, la figura paterna no se limita solo a la presencia biológica del padre, sino que representa una función simbólica clave en el desarrollo del sujeto.
En la teoría freudiana:
Sigmund Freud plantea que la figura paterna se vuelve crucial durante el complejo de Edipo. Es en este momento que el niño comienza a desear al progenitor del sexo opuesto y a ver al progenitor del mismo sexo (generalmente el padre en las estructuras tradicionales) como rival. El padre actúa como límite, como una figura de autoridad que impone la ley y prohíbe el deseo incestuoso. Esta “prohibición” permite al niño identificarse con el padre, internalizando normas, roles de género y orientaciones sexuales.
Desde la perspectiva lacaniana:
Jacques Lacan reformula el Edipo usando el lenguaje y lo simbólico. Introduce el concepto del «Nombre-del-Padre», que más allá de ser una persona, es una estructura simbólica que marca la entrada del sujeto al orden del lenguaje y la cultura. Es a través de esta figura que el niño renuncia a la fusión con la madre y accede a su propio deseo, ubicándose en una red de significantes. En este marco, la orientación sexual se vincula con la forma en que cada sujeto se posiciona respecto al deseo del Otro y cómo ha sido atravesado por la función paterna.
Ambas posturas coinciden en que la “función paterna” es determinante para delimitar el deseo, estructurar la identidad del niño, y mediar su relación con la sexualidad.